Mostrando las entradas con la etiqueta Astro-versos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Astro-versos. Mostrar todas las entradas

viernes, 22 de diciembre de 2023

Astrónomo digitalizado

 


Reflexión del astrónomo digitalizado
 


He alcanzado la cúspide de la indiferencia en las celebraciones astronómicas. Lo que pase en el cielo ya no me motiva. ¡Qué se caigan las estrellas, los astros y cometas! Esas celebraciones se pierden entre tantas más de los cientos de fechas diarias de eventos nacionales e internacionales. Un simple "afelión" o un "perihelión" más no me dice nada; ¡qué me importa que la Tierra esté cerca o esté lejos del Sol!, sí aquí donde hago vida cotidiana no siento sus efectos. !Adiós afelión!, !hasta nunca jamás perihelión! ¡No se te ocurra volver, solsticio de diciembre!, ¡tampoco tu, equinoccio de junio! Y tú “sombra cero”, cuando llegues el 31 de agosto y el 11 de marzo no me presentes tus bobadas, porque voy a ser el primero en hacerte sombra para que la sombra que no das el mediodía solar, no se te de nunca más. Invocaré al viento y las nubes ese día; hasta la noche sí es preciso, para que tu sombra se pierda en las penumbras. Sí fuera posible, llevaría la Luna al mismo Sol ese día “sombra cero” a las 12:46, aquí donde estamos, y tus efectos se adormecerán entre la oscurantina de la noche-día.

    Adiós sol de la mañana, sol de mediodía, sol de los ocasos. Me despido de los equinoccios y solsticios, adiós mediciones del inútil gnomon. Nada de hora de reloj solar, sí ahora dispongo en mi muñeca del mágico ingenio temporal “smartwatch” multifuncional pro. ¡Hasta el tiempo en que no te vuelva a ver, opacos rayos de luna!

    Perdí totalmente el interés por los eventos naturales, para eso tengo aplicaciones en mi smartphone y puedo contemplar el Universo todo, en mi pequeño mundo digital; hasta lo puedo ampliar en mi ultra pantalla plana digital.

    ¡Ahora me extasío en mi maravilloso mundo automatizado! Soy un feliz astrónomo digitalizado.”


lunes, 9 de octubre de 2023

 

La sombra


Anastasio y Pirolo se encontraban perdidos en un desierto. Después de caminar durante horas, ya casi amaneciendo, se toparon con un tronco grueso sin ramas, que en algún momento perteneció a un gran árbol. Cuando despuntó el primer rayo de sol, el tronco comenzó a extender una larga y ancha sombra, tanto, como el grosor de los cuerpos de cada uno de ellos; y, de una vez, los hombres se refugiaron de la inclemencia de los rayos solares a medida que la transparente mañana avanzaba. ¡Estaban felices!

A medida que se acercaba el mediodía, la sombra se fue acortando y, en toda su extensión, no cabían Anastasio y Pirolo para refugiarse del calor. Empezaron las disputas por el espacio, porque uno de ellos, supuestamente, había llegado primero a la base del tronco. Sol, que se encontraba presenciando todo desde arriba, se dijo para sus adentros: “como hoy me toca colocar el “mediodía cenital” en este lugar, entonces los dejaré sin sombra”. Y en un santiamén la sombra desapareció por completo. Anastasio y Pirolo no superaban el desconcierto.

Sin embargo, poco a poco, la sombra empezó a aparecer de nuevo y a extenderse sobre el candente suelo del desierto. Empujones iban, trancazos sonaban, palabras saltaban por los cuatro vientos; los dos hombres reanudaron la disputa por la sombra. El sol seguía inclemente, se sentía achicharrando la piel de los infortunados.

Luna, que estaba de paso por ese lugar y que también estaba presenciando la riña, se conmovió tanto que se propuso ayudarlos. Se fue arrimando poquito a poco delante de Sol hasta que lo tapó por completo. ¡Se hizo de noche! Pero Sol no estuvo de acuerdo con aquella acción maternal de Luna y se fue apartando hasta que apareció de nuevo la luz intensa mientras la sombra se alargaba, pero tan despacio, que los dos no cabían en ella.

A sabiendas del comienzo de la tarde y que el sol se aplacaría, sin embargo, siguieron con la disputa. Cada uno pensaba que sí se apropiaba del tronco, durante los días venideros disfrutaría de aquella solidaria sombra hasta que alguien lo rescatara.

Tierra, que sentía sus estrepitosas pisadas desde hacía rato y el estruendoso berrinche, también se conmovió; pero, se quedó pensativa un rato y luego decidió ralentizar su paso para que el inclemente sol de la tarde los siguiera castigando un poco más, y pudieran entrar en razón. Aquellos hombres jamás habían presenciado la llegada de un atardecer con tanta lentitud que, por primera vez, se miraron fijamente a los ojos y enmudecieron de estupor. A medida que la sombra se alargaba sobre el suelo del desierto, se iban acomodando. Pero estaban tan exhaustos, que ya no tenían fuerza para seguir con la trifulca. Tanto era el cansancio, que se quedaron del todo rendidos.

Tierra los contempló con tristeza y se propuso continuar con la lección; en un dos por tres aligeró sus pasos, el día desapareció y apareció de nuevo. El par de hombres aun cansados al extremo, no entendían lo que estaba sucediendo. Con el nuevo día, un destello de conciencia hizo aparición en uno y se dijo: “es hora de compartir para seguir viviendo".



domingo, 26 de marzo de 2023

 La sombra del mediodía cenital




Pequeños, al descubrir por vez primera la inseparable acompañante, se disparan sensaciones y emociones indescriptibles con su presencia. Se incrusta en las plantas de los pies con la primera bocanada de aire y luz, y de por vida nos persigue. No se llega solo, la efímera gemela nos hace dúo. Despierta con nuestro primer destello de conciencia y se visibiliza completamente definida al son de la presencia de nuestro astro rey, quién se encarga de alargarla y encogerla en sus salidas y ocasos, acortarla y desaparecerla en plenos mediodías. Es la misma de siempre, aquella que encierra nuestra figura, la que no se desprende, esa que juega a redefinir el contorno, a encorvarlo y sacudirlo al son del pabilo radiante de la penumbra, de la Luna y el Sol; la que se esfuma con Venus y las estrellas. Esa que sin masa definida la gravedad la tumba y los fotones la esfuman. La que vamos encerrar en nuestro interior por un instante el próximo mediodía cenital.


Cosas del cometa verde


                                                                                         Dedicado al C/2022 E3

¿Por qué en los cometas cae nieve al revés?

Cometa, ¿cómo tu aliento se convierte en colas?

Alguien me dijo que querías competir con el pavo real.

¿Es verdad que tus colas las usas para volar por el fondo cósmico?

Las cometas de mi barrio tienen colas iónicas que titilan en el cielo.

¿Por qué no te quedas en el cielo permanentemente, cometa?

Cometa, sí la cola se te cae, ¿darás vueltas, vueltas y más vueltas en el fondo del oscuro cielo sin parar?

¿Será que los cometas sudan cuando se acercan al Sol?

El cometa se refresca del calor solar con la cola abanicada de polvo.

¿Franco, anoche amarraste bien la cola del cometa? ¿Seguro? ¡Mira qué se le puede soltar!

El cometa está usando su máscara verdosa de carnaval.

Sí el hilo del cometa se revienta, ¿lo arrastrará el viento solar por el infinito Universo?

¿Cierto que tu cola ensortijada te la peina el magnetismo solar?

¿Qué secretos de los inicios cósmicos esconden tus entrañas?

C/2022 E3, anoche te vi guiñándole un ojo a Aldebarán.

¿Por qué viniste precisamente en diciembre, cometa?

Lleva saludos a las familias Kuiper y Oort.

Cometa, ¡vuelve!

                                                                                Mérida, 26 de enero de 2023




 

Momoyes de Llano del Hato


Los Momoyes de Llano del Hato



Vista lejana del Observatorio Astronómico Nacional 
de la República Bolivariana de Venezuela
Créditos: https://www.andes.net/observ/index.html

Casi siempre han estado ahí, impávidas. Imponentes pincelan desde lejos el perfil ondulante de las cumbres andinas. Presentes en cada despuntar titilante de Sirio y Aldebarán por el borde de la sierra, en cada reflejo de luna, en cada orto del Sol. Cuentan los paisanos que sus largas cabelleras tendidas y ensortijadas se sumergían en las noches estrelladas de la Vía Láctea. Sus hebras las heredaron el Halley, el Encke y el Kohoutek en cada paso de perihelio; y C/2022 E3 sustrajo los últimos hilos verdes que hoy lo engalanan. La geometría les dio forma de cabezas rapadas. Los destellos de Zuhé las visten de blanco ostra y los fulgores de Chía de blanco marfil. Cuenta también un famoso astrónomo que poseen ojo de cíclope 20/20 para adentrarse en las profundidades del inmensurable Universo; qué así se asoman por los inicios de los tiempos y extraen sus recónditos secretos. Las crónicas de la historia del mundo las recogen sus parpadeos trasnochados en nítidos cielos de veranos. No duermen, vigilan, están atentas a las luces de la noche. En cada albor del día despliegan sus parpados ajetreados y contabilizan lo obtenido.

    Son como momoyes tecnológicos vigilantes de las urbes planetarias, estelares y galácticas. Nada del alto y profundo cielo les es extraño, todo les interesa. Están atentas. De noche juegan con el frío cielo estrellado mientras la densa niebla las invisibilizan en las penumbras; y entonan agudas melodías intermitentes al compás de las ventiscas de las tinieblas. Al amanecer, se entretienen con las largas sombras tendidas sobre el montículo que las sustentan.

Es el cuarteto astronómico más grande del país, cada una con su función específica. Todas escrudiñan en la rosa de los cuatro vientos significados de lejanos eventos de la oscura cúpula. Extraen de cada cuerpo parpadeante, de cada objeto errante, de los fugaces igualmente, de los redondeles fulgurantes, de los prístinos viajeros de largas colas ionizadas y polvorientas, de los difusos blanquecinos, los códigos escondidos en sus señales primigenias. Y plasman en coloridas imágenes sus cualidades y estructuras. De esta manera nos entregan los grandes secretos del Cosmos.