domingo, 26 de marzo de 2023

 

Mediodías sin sombras

 


Fig. 1 El “mediodía cenital”, ilustrado con un mástil completamente vertical, los días 11 de abril y 31 de agosto a las 12 h 45 minutos. Cuando el Sol se encuentra en el cenit la luz llega a los objetos de la superficie terrestre en dirección completamente vertical y no se proyecta ninguna sombra.
 

 

 

 

 

 

El día sin sombras, el día de sombra cero, o mediodía cenital en el argot astronómico, entre otros apelativos, es el instante en que el Sol se encuentra en su punto más alto en el cielo, y por lo tanto, los objetos no producen ninguna sombra porque se encuentran justo debajo de él.

    El mismo ocurre el 10 de abril y el 31 de agosto en el municipio Libertador del Estado Bolivariano de Mérida. En estos dos días, a la hora precisa de las 12 h 45 m del mediodía, durante su recorrido aparente, el Sol alcanza la parte más alta de la bóveda celeste conocido como cenit. En consecuencia, nos alumbra desde lo más alto y a cualquier objeto que llegue su luz, lo ilumina en dirección completamente vertical.

    Evento astronómico que sólo es posible en aquellas localidades ubicadas dentro de la zona intertropical del globo terrestre, es decir, las situadas entre el trópico de Cáncer del hemisferio norte y el trópico de Capricornio del hemisferio sur. El trópico de Cáncer está ubicado a 23,5 grados al norte del Ecuador terrestre y el trópico de Capricornio también a 23,5 grados al sur. Como nuestro país, y por supuesto el estado Mérida, se encuentra dentro de los límites geográficos antes señalados, las permanentes sombras diurnas podrán juguetear en ese preciso instante a las escondidas con las estructuras de los objetos que le dan forma. Aunque es notable en todos los objetos, el efecto de la carencia de sombra se hace más patente en aquellos que se encuentran en posición completamente vertical, tal como las astas donde cuelgan la bandera tricolor de la escuela, los postes de alumbrado eléctrico, los obeliscos, las torre, los edificios alto, entre otros. En la figura 1 se muestra un montaje experimental con un gnomon (palo vertical) para observar el evento.

    Para entender la ocurrencia de este singular fenómeno, se debe considerar lo siguiente. Durante todo el año, en nuestra posición geográfica particular (Mérida: latitud 8,6 grados norte; longitud -71,1434 grados oeste ), el Sol sale un poco desplazado a la derecha o la izquierda del punto cardinal Este, y se oculta por el Oeste. Y a medida que el día avanza, asciende hasta alcanzar su punto más alto en el cielo del mediodía. Sin embargo, puede que no llegue al Cenit (punto más alto en el cielo ubicado sobre la vertical del observador), a menos que coincida con dos fechas y una hora específica: los días 11 de abril y 31 de agosto a las 12 h 45 minutos. Esos días, a esa hora precisa, el Sol se encuentra sobre la vertical (Cenit) y nos alumbra desde arriba.

    Como su luz nos baña en esa dirección, sí miramos con detenimiento el piso, en posición completamente erguido, observaremos que nuestro cuerpo no proyecta ninguna sombra. ¡Ese día, por unos cuantos segundos, no tendremos sombra! Pero, no sólo eso, también desaparecen las sombras de todos los demás objetos que se encuentran a nuestro alrededor.

    Con el applet de la figura 2 se puede simular gráficamente el movimiento del Sol durante el día y el año. En tal sentido basta elegir, en primer lugar, la latitud del observador desplazando el punto negro L con el ratón de la laptop. El valor de las coordenadas terrestres del lugar de observación se consigue en la web. Luego, se desplaza el botón del deslizador rojo (segmento rojo vertical a la derecha) hasta que el círculo cenital (amarillo) coincida con el cenit del lugar. Finalmente, con el ratón se lleva el Sol hasta el cenit. El applet se puede activar desde GeoGebra pulsando en las figuras o en la siguiente URL: https://www.geogebra.org/m/xdjwhjv9

A
B
C

Fig. 2 Simulación del movimiento del Sol en la esfera celeste (esfera azul) con un Applet de GeoGebra; en su interior se encuentra circunscrito el horizonte del observador (círculo rojo) para la latitud geográfica del lugar. La circunferencia amarilla se conoce como círculo de declinación solar y no es más que la trayectoria aparente que sigue el Sol durante el día y el año. La línea recta azul representa al eje del Mundo y está inclinado respecto al horizonte según la latitud del lugar (Mérida). Se muestra también el trópico de Cáncer (círculo blanco de latitud 23,5 grados) hacía el Norte y el trópico de Capricornio (círculo blanco de latitud 23,5 grados) hacia el Sur.  Durante el año el Sol sale, se oculta y mueve entre estos dos trópicos. En A el Sol se encuentra hacía el norte, más cerca del trópico de Cáncer, en B se movió al sur. La posición C se corresponde con el día sin sombras en la ciudad de Mérida, Venezuela.


¿Cómo determinar el día y la hora de ocurrencia del mediodía cenital en cualquier lugar de Venezuela?


La hora legal (HLV) de la República Bolivariana de Venezuela se rige por el huso horario TUC-4 tomando como referencia el meridiano de 60 grados que pasa por Punta Playa en el estado Delta Amacuro, al oriente del país. Cuando el Sol del mediodía se encuentre en el cenit en Punta Playa a las 12:00 m (HLV), aunque en Mérida los relojes marquen la misma hora, aún le falta recorrer cierta distancia a lo largo del paralelo de 8,6 grados para que los podamos apreciar directamente en su posición de máxima altura.

    Por lo tanto, para conocer la hora exacta de ocurrencia del mediodía cenital basta calcular a cuantos grados de longitud se encuentra Mérida del meridiano de 60 grados. Como la longitud de Mérida es de -71,1434 grados oeste, entonces la diferencia es de 11,1434 grados. Como durante un día de 24 horas el Sol recorre 360 grados, entonces cada hora (60 minutos) recorre 15 grados. Por consiguiente, 11,1434 grados los recorre en 44,57 minutos.

    Es decir, el Sol llegará a Mérida a las 12:45 HLV. A esa hora tendrá lugar el mediodía cenital.

    Para otras localidades se procede de la misma manera. Se busca en la Web la longitud del lugar y se calcula el tiempo adicional.

ÓPTICA GEOMÉTRICA

!En preparación!

 

TAMAÑOS RELATIVOS DEL SOL Y LAS ESTRELLAS

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MOVIMIENTOS DEL SOL 

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MASAS RELATIVAS ENTRE LOS PLANETAS


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 TAMAÑOS Y DISTANCIAS RELATIVAS ENTRE LOS PLANETAS

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 La sombra del mediodía cenital




Pequeños, al descubrir por vez primera la inseparable acompañante, se disparan sensaciones y emociones indescriptibles con su presencia. Se incrusta en las plantas de los pies con la primera bocanada de aire y luz, y de por vida nos persigue. No se llega solo, la efímera gemela nos hace dúo. Despierta con nuestro primer destello de conciencia y se visibiliza completamente definida al son de la presencia de nuestro astro rey, quién se encarga de alargarla y encogerla en sus salidas y ocasos, acortarla y desaparecerla en plenos mediodías. Es la misma de siempre, aquella que encierra nuestra figura, la que no se desprende, esa que juega a redefinir el contorno, a encorvarlo y sacudirlo al son del pabilo radiante de la penumbra, de la Luna y el Sol; la que se esfuma con Venus y las estrellas. Esa que sin masa definida la gravedad la tumba y los fotones la esfuman. La que vamos encerrar en nuestro interior por un instante el próximo mediodía cenital.

 



Las constelaciones del cielo


La contemplación del firmamento durante noches oscuras transparentes de luna nueva, ha constituido uno de los mayores atractivos naturales de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Incontables destellos intermitentes se aprecian en la bóveda celeste cuando alzamos la vista hacia tanta inmensidad. Muchos aparecen dispersos, mientras otros se observan concentrados en una región del espacio de aspecto lechoso conocida como Vía Láctea, nuestra galaxia, la galaxia donde habitamos. Estas luciérnagas palpitantes que nos extasían la vista, son las estrellas. Las vemos reunidas, aglomeradas, formando ramilletes “salpicadores” de luz que noche tras noche y durante el transcurrir de las horas, se mueven desde un sector de la gran cúpula por donde aparecen en el horizonte, hasta el otro sector opuesto, por donde se ocultan.

    Esas, las estrellas que vemos en el cielo nocturno, son cuerpos celestes esféricos en movimiento de grandes tamaños (hasta 1.700 radios solares), grandes masas (hasta 300 masas solares) y elevadas temperaturas, compuestos principalmente de hidrógeno y helio en estado plasmático (gaseoso ionizado), más otros elementos pesados (oxígeno, nitrógeno, calcio, hierro, entre otros). La luz que nos llega de cada una de ellas se origina de la energía liberada durante las reacciones nucleares que ocurren en sus profundidades.

    No todas están a la misma distancia, unas están más cerca de nosotros, pero otras se encuentran en los rincones más profundos del Universo; éstas últimas sólo han podido ser observadas con grandes telescopios como el Hubble y el James Webb, por ejemplo.

    Las que logramos visualizar a simple vista, son aquellas clasificadas con magnitud entre 1 y 6; de primera magnitud para la más brillante y de sexta magnitud para las que escasamente podemos visualizar con el ojo desnudo. Pero esta escala lineal en magnitud significa que una estrella de magnitud 1 se ve 10 veces más brillante que otra estrella de magnitud 2, o 100 veces más brillantes que otra de magnitud 3, o 1.000 veces más brillantes que otra de magnitud 4, y así sucesivamente. Pero, esa no son las únicas, existen incontables estrellas en el inmenso Universo, con magnitudes muy por encima de 6, que, por ser muy débiles, sólo se han podido observar desde hace tres décadas con instrumentos astronómicos de alta tecnología.

    Desde la antigüedad, diferentes civilizaciones sintieron la necesidad de estudiarlas e identificarlas, y por eso las agruparon en Constelaciones sin importar que se encuentren cercas o distantes unas de otras. Sólo importa para su agrupación, que se observen en el mismo sector del cielo; para nada importa sí están interactuando gravitacionalmente entre sí o no. En tal sentido, pares de estrellas se fueron uniendo con segmentos de rectas imaginarios hasta formar las figuras que se querían representar. Pero, además se le asociaron formas geométricas, de animales y humanas para identificarlas con mayor facilidad, y poder tener una buena referencia del tiempo transcurrido. Aunque también, con la intención de honrar la memoria de grandes personajes y dioses mitológicos, relacionados con los hechos culturales del momento. Es decir, en muchos casos, en su agrupación prevalecieron las necesidades prácticas y religiosas.

    A lo largo de la historia de la humanidad, el cielo ha sido clasificado en secciones o porciones de diferentes maneras, lo que dio lugar a una estructura de constelaciones con diferentes formas. Los egipcios, los indios, los aztecas, los mayas y los incas las reunieron según su cultura particular.

    Sin embargo, la Unión Astronómica Internacional (IAU), a fin de homogenizarlas, las reagrupó en 88 constelaciones con límites bien definidos según diferentes figuras imaginarias en la bóveda celeste. Este trabajo de reagrupación fue realizado por el astrónomo Eugene J. Delporte en 1930.

    Pero, desde la antigüedad, la franja del cielo por dónde aparentemente transitan el Sol y los planetas, fue dividida en doce sectores iguales y a cada uno se le asignó una de las siguientes constelaciones: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.

 



Feliz Perihelio



Aunque no lo parezca, la Tierra se mueve por el espacio; gira sobre su propio eje mientras se desplaza describiendo una órbita elíptica alrededor del Sol con la velocidad promedio de cien mil kilómetros por hora. Durante esos giros alrededor del astro rey, se le acerca y se le aleja una vez cada año; motivo por el cual, no siempre se encuentra a la misma distancia. Dista, en promedio del Sol 150 millones de kilómetros. Cuando esté en el punto más cercano, en el perihelio, el próximo 04 de enero, a las 12:17:28 HLV, 149 millones de kilómetros nos separarán del Sol.

    Desde los tiempos de Kepler y Newton, los astrónomos han podido predecir con precisión las posiciones de los astros y las distancias que nos separa de estos. Gracias a Newton sabemos cómo determinar la posición de la Tierra en su órbita, así como su velocidad en cualquier instante de tiempo. También sabemos que la hora y el día del perihelio y del afelio -punto más distante al Sol- cambian cada año. Pueden ocurrir uno o dos días antes o después, porque la Tierra no está sola, ella pertenece a la gran familia del Sistema Solar y le gusta también la interacción con nuestra Luna, Júpiter y demás planetas. Esas pequeñas, pero significativas perturbaciones, impiden que llegue siempre en la misma fecha a esos puntos. Razón por la cual, algunas veces llega antes y otras se atrasa. Este año, en particular la Tierra llegará al perihelio el 04 de enero.

    Como la Tierra se mueve describiendo una órbita elíptica alrededor del Sol, su velocidad varía; mejor dicho, medio año acelera y el medio año restante, desacelera. Hoy pisó el acelerador y anda a toda máquina para llegar rápido al perihelio. Por eso, se mueve en estos momentos a 30,27618345 km/s. Y mañana a las 12:17:28 HLV estará en el punto más cercano al Sol. Además, nuestra Tierra se le acercará mañana al mediodía lo más que pueda. Estará a 147.098.925 km de distancia.

    ¡No te pierdas mañana el perihelio!

    ¡Feliz perihelio!


Cosas del cometa verde


                                                                                         Dedicado al C/2022 E3

¿Por qué en los cometas cae nieve al revés?

Cometa, ¿cómo tu aliento se convierte en colas?

Alguien me dijo que querías competir con el pavo real.

¿Es verdad que tus colas las usas para volar por el fondo cósmico?

Las cometas de mi barrio tienen colas iónicas que titilan en el cielo.

¿Por qué no te quedas en el cielo permanentemente, cometa?

Cometa, sí la cola se te cae, ¿darás vueltas, vueltas y más vueltas en el fondo del oscuro cielo sin parar?

¿Será que los cometas sudan cuando se acercan al Sol?

El cometa se refresca del calor solar con la cola abanicada de polvo.

¿Franco, anoche amarraste bien la cola del cometa? ¿Seguro? ¡Mira qué se le puede soltar!

El cometa está usando su máscara verdosa de carnaval.

Sí el hilo del cometa se revienta, ¿lo arrastrará el viento solar por el infinito Universo?

¿Cierto que tu cola ensortijada te la peina el magnetismo solar?

¿Qué secretos de los inicios cósmicos esconden tus entrañas?

C/2022 E3, anoche te vi guiñándole un ojo a Aldebarán.

¿Por qué viniste precisamente en diciembre, cometa?

Lleva saludos a las familias Kuiper y Oort.

Cometa, ¡vuelve!

                                                                                Mérida, 26 de enero de 2023




 

El cometa C/2022 E3

 

El cometa C/2022 E3 (ZTL)

Orlando Escalona y Ángel Díaz



El sistema solar está estructurado mediante cuerpos celestes de diferentes características, cada uno con sus particularidades que, vistos desde la Tierra, inducen admiración y asombro. Uno de estos son los cometas, objetos celestes andariegos que, desde los principios de los tiempos, por temporada les da por visitar al Sol, darle una vuelta, y desviarse luego hasta el punto más alejado de su órbita elíptica, en el caso de los periódicos. Diversas civilizaciones le han asociado con calamidades y eventos catastróficos ocurridos en el planeta. Sin embargo, la ciencia logró desmitificar su intervención en los hechos humanos desde el mismo momento en que el astrónomo Edmund Halley predijo el retorno del cometa de 1682, el cual lleva su propio nombre.

Están constituidos principalmente por hielos de agua (H2O), metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2), mezclado con trozos de roca y polvo (granos de silicato muy pequeños). Es decir, no son más que grandes bolas de nieve sucia, moviéndose por el sistema solar, cuyos tamaños oscilan entre 1 y 150 kilómetros. Mientras se encuentran alejados del Sol, se mantienen como cuerpos sólidos compactos por las bajas temperaturas imperantes en el espacio interplanetario que transitan. Sin embargo, cuando se acercan al Sol –a menos de 50 unidades astronómicas (1 UA = 150 millones de kilómetros)-, la radiación que reciben es lo suficientemente intensa para calentar la superficie y activar procesos de sublimación –cambio de estado de sólido a gaseoso- de los hielos que los constituyen. Cerca de 40 UA del Sol, el hielo de metano comienza a convertirse en gas, luego le sigue el CO2 y alrededor de las 3 UA lo hace el hielo de agua. En algunos casos, los gases sublimados en el interior de la corteza cometaria más externa, pueden generan jets de nieve polvorienta que dispensan sus componentes alrededor del núcleo sólido del cometa.

La masa del cometa no es lo suficientemente grande para mantener atrapados los chorros de gas y polvo que se desprenden a gran velocidad de la superficie caliente del núcleo sólido y forma la coma o cabellera, como una nube tenue alrededor; y sobre ésta, se forma otra nube esférica aún más tenue y de mayor tamaño, constituida por hidrógeno. La luz ultravioleta de la radiación solar fotodisocia (descompone) las moléculas expulsadas del cometa en radicales OH, CH, CO, CN, C2, entre otros; y el viento solar (partículas energéticas) las arrastra hasta formar la cola iónica rectilínea. El gas expulsado desde la coma, arrastra consigo el polvo cometario y sobre sus minúsculos granos actúa la radiación solar con el efecto de presión que realiza sobre sus superficies, desviándolos de la cola de gas y formando la cola de polvo curvada de grandes dimensiones.

Los cometas vienen de dos hogares diferentes. El primero, el Cinturón de Kuiper, es un ancho disco ubicado más allá de la órbita de Neptuno; y el segundo, es un enjambre esférico ubicado en los confines del sistema solar conocido como la Nube de Oort, 50 veces más distante del Sol que el primero. Los que provienen del cinturón, se mueven en orbitas elípticas con periodos inferiores a 200 años; los desprendidos de la nube, son de largos periodos y algunos podrían tener órbitas abiertas.

El hermoso cometa que nos está visitando en estos momentos, se conoce como C/2022 E3 (ZTF). Fue descubierto en marzo de 2022 durante la ejecución del programa de rastreo Zwicky Transient Facility (ZTF) del Observatorio Monte Palomar (EE.UU)El 12 de enero de 2023 pasó por el perihelio, punto de la órbita más cercano al Sol, localizado a 1,11 UA, a máxima velocidad y ya emprendió el viaje de regreso hacia los confines del sistema solar de donde provino. La radiación solar lo ha bañado con tanta intensidad, que su componente ultravioleta incrementó las emisiones de luz azul de las moléculas de cianuro CN y de la luz amarilla de la molécula de C2, de modo tal que, combinadas revistieron de verde su coma, según algunos investigadores. Sin embargo, otros señalan a la molécula de C2 como único responsable del color verde de la coma, y a la carencia de este color en la coma iónica porque la luz solar disocia al C2 en átomos individuales C, y estos últimos no emiten en esa tonalidad. Por esta razón, se presenta con la apariencia verdosa de la coma, con una cola ensanchada y amarillenta de polvo por el reflejo de la luz solar, y la cola iónica gaseosa filamentosa, tenue y muy alargada. Es pequeño, sólo tiene alrededor de 10 kilómetros de tamaño y los modelos le han asociado la magnitud máxima de 5 con un periodo de 50 mil años. En estos instantes se puede observar desde el horizonte merideño con binoculares de aumento moderado, de 2 a 5 de la mañana desde lugares de baja contaminación lumínica. El 01 de febrero es el día de máximo acercamiento a la Tierra (0,28 UA) y alcanzará la máxima magnitud posible de 5, aproximadamente, para observarlo “con el ojo desnudo” sobre la bóveda celeste andina en completa oscuridad a partir de las 9 pm.



En la figura de abajo, elaborada con el software Stellarium, se muestran sus posiciones en coordenadas ecuatoriales (ascensión recta y declinación) para el período de tiempo del 13 de enero hasta 10 de febrero. A principio de enero estuvo cerca de la constelación de la Corona Borealis; en su viaje al noroeste, pasará cerca del gigante mitológico de la constelación de Hércules, atravesará la del Dragón, circulará entre la Osa Mayor y la Osa Menor, se reunirá con la estrella Capella de la constelación Auriga, con Aldebarán de Tauro; para luego, encontrase con el planeta Marte sobre la oscura cúpula del paisaje merideño antes de enrumbarse a los linderos lejanos del sistema solar. ¡Y volverá!

Las estaciones

 


Mientras la Tierra pasea por el cielo

Ocurre el equinoccio de marzo de 2023


Desde la formación del sistema solar, la Tierra ha jugueteado alrededor del Sol, e inclinada 23,5 grados en el plano de su órbita elíptica, le ha rendido la pleitesía que merece por toda la energía útil que de él ha recibido, como se ilustra en la figura 1. Y podría seguir así año tras año, sin parar -a menos que algún evento astronómico catastrófico lo impida.


Figura 1. Movimiento de la Tierra alrededor del Sol a lo largo de su órbita elíptica (casi circular). El eje de la Tierra forma un ángulo de 23,5 grados con el plano de la órbita. Durante el equinoccio del 20 de marzo el eje terrestre no se inclinará hacia ninguno de los polos, como ocurre en los solsticios. Disponible en: https://www.geogebra.org/m/ng5ggdws

    Mientras nuestro insólito planeta Tierra realiza su periódico viaje de traslación por el sistema solar, ocurren varios eventos astronómicos a lo largo del año que vale la pena destacar. Cuatros de estos son de fundamental importancia en la climatología global porque originan las consabidas estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Entre las mencionadas, socialmente destaca la estación invernal del hemisferio norte (HN) por la celebración de la Navidad, la finalización del Año Viejo y el recibimiento del Año Nuevo, según el calendario gregoriano. Es la que coincide con la ocurrencia del solsticio de diciembre del día 21, cuando empieza la época de invierno en el hemisferio norte (HN) y la de verano en el hemisferio sur (HS).

    Nosotros, en nuestra patria venezolana, estamos ubicados en el HN de la Tierra, en la zona intertropical delimitada por el trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio. Por consiguiente, los cambios estacionales que se producen en las regiones distantes del ecuador terrestre, es decir, aquellas que se encuentran más al polo norte o más al polo sur, directamente no nos afectan; sin embargo, nos parece conveniente como institución científica y educativa, seguir los eventos astronómicos y climáticos que se producen a lo largo del año en nuestro país a causa de tal movimiento anual.

    Otro de estos eventos relacionados con la traslación de la Tierra, nuevamente tendrá lugar la tarde del 20 de marzo a las 5:24 pm (HLV). Justo en ese momento ocurrirá el equinoccio de marzo, cuando el centro del Sol coincida con el ecuador celeste. Instante propicio para su cambio de hemisferio: pasará del sur hacia al norte. En esa posición bañará los dos hemisferios del globo terráqueo de la misma manera con luz de igual intensidad, porque los rayos solares caerán en dirección perpendicular al eje de la Tierra sobre todos los puntos de la superficie terrestre; razón por la cual, la noche tendrá la misma duración que el día: 12 horas. De esta semejanza se origina el significado del término equinoccio: igualdad de noche (del latín aequus, igual y nox, noche). Para esta fecha, se inicia la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el sur.

Figura 2. Posición del Sol durante el equinoccio de marzo. El plano de la eclíptica forma un ángulo de 23,5 grados respecto al plano de ecuador celeste, y se interceptan dando origen al punto Vernal ϒ o punto de Aries y el punto de Libra Ω.  Este valor determina la oblicuidad de la eclíptica. La esfera grande de color azul representa la esfera celeste, la del centro a la Tierra y la pequeña sobre la eclíptica, al Sol. Se pueden observar los meses a lo largo de la eclíptica. Disponible en: https://www.geogebra.org/m/phdbpssj 


    Y así, seguirá nuestro planeta moviéndose durante el presente año en su órbita, hasta que el 21 de junio se produzca el solsticio de junio, el cual marcará el comienzo del verano estacional del norte y del invierno estacional del sur. Es el momento en que el Sol ilumina con mayor intensidad el hemisferio norte.

    Posteriormente, el equinoccio de septiembre tendrá lugar el 23 y marcará el comienzo del otoño estacional en el norte (y primavera en el sur); cuando se repiten casi las mismas condiciones del evento de marzo. Finalmente, al retornar de nuevo al punto de partida después de 365 días más 6 horas, aproximadamente, se producirá el siguiente solsticio de invierno (o verano) el 21 de diciembre. Así que, a medida que la Tierra se mueve a lo largo de su órbita elíptica inclinada 23,5 grados, se van dando las estaciones del año tanto en el hemisferio norte como en el sur, pero invertidas; cuando en el norte es verano, en el sur es invierno, por ejemplo.

    ¿Por qué ocurren estos eventos astronómicos? Dos efectos inciden, uno es la oblicuidad de la órbita terrestre y otro, aunque en mucha menor proporción, la elipticidad de la misma, por lo que en el presente texto no lo consideraremos.

    Muy sencillo. La Tierra se mueve alrededor del Sol en una órbita elíptica (aunque bastante circular) con su eje terrestre formando un ángulo casi constante con la dirección perpendicular al plano de la misma. En un punto de ese recorrido, la Tierra le hace la primera venia a nuestro astro rey con una leve inclinación máxima de 23,5 grados hacia su polo norte. El Sol agradecido le baña su hemisferio norte con luz de mayor intensidad, originando los días soleados y transparentes. Justo en ese instante (22 o 23 de junio), ocurre el solsticio de junio, y comienza la estación veraniega de fuerte calor y altas temperaturas. En contraparte, al hemisferio opuesto, el sur, le envía luz con menos intensidad produciéndose la estación invernal de bajas temperaturas. Seis meses después (20 o 21 de diciembre), la Tierra levanta su faz y se reclina hacia el lado opuesto, dando lugar a que ocurra lo contrario; en el hemisferio norte aparece el invierno estacional y en el sur el verano porque estará más iluminado. Es el solsticio de diciembre.

    Sin embargo, durante su recorrido orbital, también se producen dos eventos astronómicos más, cuando la Tierra contempla a nuestro Sol con su cabeza ladeada en señal de atención plena. En cuyo caso (20 de marzo y 23 de septiembre), el eje terrestre no apunta al Sol, sino en otra dirección. Ocurren los equinoccios de marzo y septiembre, en el momento que la luz solar cubre por igual los dos hemisferios de nuestro planeta. Dando lugar, en marzo, al comienzo de la estación primaveral para el hemisferio norte, mientras a la otoñal para el sur; y en septiembre, ocurren al contrario.

    Ahora bien, en particular, este 20 de marzo de 2023 se producirá el equinoccio de marzo, y aunque no tiene repercusiones directas en nuestro clima, es interesante seguir su evolución, por los siguiente:

a) En general, la salida de nuestro astro rey se produce cerca del punto cardinal Este. Algunos días se asoma a su derecha (sureste), otros días por su izquierda (noreste). Sólo durante los equinoccios es que el Sol se despierta por el Este, los demás no. Es de interés pedagógico seguir la salida y puesta del Sol por el perfil ondulado de nuestros montes andinos y realizar un registro fotográfico durante todo el año, prestándole atención a la ocurrencia de los equinoccios y los solsticios.

b) Después de este día de marzo, en el hemisferio norte, el Sol empieza a salir más temprano y a ocultarse más tarde. El día se alarga mientras la noche acorta su duración; hasta que el 21 de junio el día, disfrutamos del día más largo y la noche más corta del año. En el hemisferio sur ocurre el mismo proceso, pero, al contrario.

c) El Sol al mediodía llega a su culminación, punto más alto en la esfera celeste. Conociendo la hora exacta de este evento, se puede determinar la latitud del lugar. Se propone realizar una actividad pedagógica en la escuela para determinar aproximadamente la latitud con un gnomon (palo en posición vertical).







Momoyes de Llano del Hato


Los Momoyes de Llano del Hato



Vista lejana del Observatorio Astronómico Nacional 
de la República Bolivariana de Venezuela
Créditos: https://www.andes.net/observ/index.html

Casi siempre han estado ahí, impávidas. Imponentes pincelan desde lejos el perfil ondulante de las cumbres andinas. Presentes en cada despuntar titilante de Sirio y Aldebarán por el borde de la sierra, en cada reflejo de luna, en cada orto del Sol. Cuentan los paisanos que sus largas cabelleras tendidas y ensortijadas se sumergían en las noches estrelladas de la Vía Láctea. Sus hebras las heredaron el Halley, el Encke y el Kohoutek en cada paso de perihelio; y C/2022 E3 sustrajo los últimos hilos verdes que hoy lo engalanan. La geometría les dio forma de cabezas rapadas. Los destellos de Zuhé las visten de blanco ostra y los fulgores de Chía de blanco marfil. Cuenta también un famoso astrónomo que poseen ojo de cíclope 20/20 para adentrarse en las profundidades del inmensurable Universo; qué así se asoman por los inicios de los tiempos y extraen sus recónditos secretos. Las crónicas de la historia del mundo las recogen sus parpadeos trasnochados en nítidos cielos de veranos. No duermen, vigilan, están atentas a las luces de la noche. En cada albor del día despliegan sus parpados ajetreados y contabilizan lo obtenido.

    Son como momoyes tecnológicos vigilantes de las urbes planetarias, estelares y galácticas. Nada del alto y profundo cielo les es extraño, todo les interesa. Están atentas. De noche juegan con el frío cielo estrellado mientras la densa niebla las invisibilizan en las penumbras; y entonan agudas melodías intermitentes al compás de las ventiscas de las tinieblas. Al amanecer, se entretienen con las largas sombras tendidas sobre el montículo que las sustentan.

Es el cuarteto astronómico más grande del país, cada una con su función específica. Todas escrudiñan en la rosa de los cuatro vientos significados de lejanos eventos de la oscura cúpula. Extraen de cada cuerpo parpadeante, de cada objeto errante, de los fugaces igualmente, de los redondeles fulgurantes, de los prístinos viajeros de largas colas ionizadas y polvorientas, de los difusos blanquecinos, los códigos escondidos en sus señales primigenias. Y plasman en coloridas imágenes sus cualidades y estructuras. De esta manera nos entregan los grandes secretos del Cosmos.