domingo, 26 de marzo de 2023

El cometa C/2022 E3

 

El cometa C/2022 E3 (ZTL)

Orlando Escalona y Ángel Díaz



El sistema solar está estructurado mediante cuerpos celestes de diferentes características, cada uno con sus particularidades que, vistos desde la Tierra, inducen admiración y asombro. Uno de estos son los cometas, objetos celestes andariegos que, desde los principios de los tiempos, por temporada les da por visitar al Sol, darle una vuelta, y desviarse luego hasta el punto más alejado de su órbita elíptica, en el caso de los periódicos. Diversas civilizaciones le han asociado con calamidades y eventos catastróficos ocurridos en el planeta. Sin embargo, la ciencia logró desmitificar su intervención en los hechos humanos desde el mismo momento en que el astrónomo Edmund Halley predijo el retorno del cometa de 1682, el cual lleva su propio nombre.

Están constituidos principalmente por hielos de agua (H2O), metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2), mezclado con trozos de roca y polvo (granos de silicato muy pequeños). Es decir, no son más que grandes bolas de nieve sucia, moviéndose por el sistema solar, cuyos tamaños oscilan entre 1 y 150 kilómetros. Mientras se encuentran alejados del Sol, se mantienen como cuerpos sólidos compactos por las bajas temperaturas imperantes en el espacio interplanetario que transitan. Sin embargo, cuando se acercan al Sol –a menos de 50 unidades astronómicas (1 UA = 150 millones de kilómetros)-, la radiación que reciben es lo suficientemente intensa para calentar la superficie y activar procesos de sublimación –cambio de estado de sólido a gaseoso- de los hielos que los constituyen. Cerca de 40 UA del Sol, el hielo de metano comienza a convertirse en gas, luego le sigue el CO2 y alrededor de las 3 UA lo hace el hielo de agua. En algunos casos, los gases sublimados en el interior de la corteza cometaria más externa, pueden generan jets de nieve polvorienta que dispensan sus componentes alrededor del núcleo sólido del cometa.

La masa del cometa no es lo suficientemente grande para mantener atrapados los chorros de gas y polvo que se desprenden a gran velocidad de la superficie caliente del núcleo sólido y forma la coma o cabellera, como una nube tenue alrededor; y sobre ésta, se forma otra nube esférica aún más tenue y de mayor tamaño, constituida por hidrógeno. La luz ultravioleta de la radiación solar fotodisocia (descompone) las moléculas expulsadas del cometa en radicales OH, CH, CO, CN, C2, entre otros; y el viento solar (partículas energéticas) las arrastra hasta formar la cola iónica rectilínea. El gas expulsado desde la coma, arrastra consigo el polvo cometario y sobre sus minúsculos granos actúa la radiación solar con el efecto de presión que realiza sobre sus superficies, desviándolos de la cola de gas y formando la cola de polvo curvada de grandes dimensiones.

Los cometas vienen de dos hogares diferentes. El primero, el Cinturón de Kuiper, es un ancho disco ubicado más allá de la órbita de Neptuno; y el segundo, es un enjambre esférico ubicado en los confines del sistema solar conocido como la Nube de Oort, 50 veces más distante del Sol que el primero. Los que provienen del cinturón, se mueven en orbitas elípticas con periodos inferiores a 200 años; los desprendidos de la nube, son de largos periodos y algunos podrían tener órbitas abiertas.

El hermoso cometa que nos está visitando en estos momentos, se conoce como C/2022 E3 (ZTF). Fue descubierto en marzo de 2022 durante la ejecución del programa de rastreo Zwicky Transient Facility (ZTF) del Observatorio Monte Palomar (EE.UU)El 12 de enero de 2023 pasó por el perihelio, punto de la órbita más cercano al Sol, localizado a 1,11 UA, a máxima velocidad y ya emprendió el viaje de regreso hacia los confines del sistema solar de donde provino. La radiación solar lo ha bañado con tanta intensidad, que su componente ultravioleta incrementó las emisiones de luz azul de las moléculas de cianuro CN y de la luz amarilla de la molécula de C2, de modo tal que, combinadas revistieron de verde su coma, según algunos investigadores. Sin embargo, otros señalan a la molécula de C2 como único responsable del color verde de la coma, y a la carencia de este color en la coma iónica porque la luz solar disocia al C2 en átomos individuales C, y estos últimos no emiten en esa tonalidad. Por esta razón, se presenta con la apariencia verdosa de la coma, con una cola ensanchada y amarillenta de polvo por el reflejo de la luz solar, y la cola iónica gaseosa filamentosa, tenue y muy alargada. Es pequeño, sólo tiene alrededor de 10 kilómetros de tamaño y los modelos le han asociado la magnitud máxima de 5 con un periodo de 50 mil años. En estos instantes se puede observar desde el horizonte merideño con binoculares de aumento moderado, de 2 a 5 de la mañana desde lugares de baja contaminación lumínica. El 01 de febrero es el día de máximo acercamiento a la Tierra (0,28 UA) y alcanzará la máxima magnitud posible de 5, aproximadamente, para observarlo “con el ojo desnudo” sobre la bóveda celeste andina en completa oscuridad a partir de las 9 pm.



En la figura de abajo, elaborada con el software Stellarium, se muestran sus posiciones en coordenadas ecuatoriales (ascensión recta y declinación) para el período de tiempo del 13 de enero hasta 10 de febrero. A principio de enero estuvo cerca de la constelación de la Corona Borealis; en su viaje al noroeste, pasará cerca del gigante mitológico de la constelación de Hércules, atravesará la del Dragón, circulará entre la Osa Mayor y la Osa Menor, se reunirá con la estrella Capella de la constelación Auriga, con Aldebarán de Tauro; para luego, encontrase con el planeta Marte sobre la oscura cúpula del paisaje merideño antes de enrumbarse a los linderos lejanos del sistema solar. ¡Y volverá!

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