Casi siempre han estado
ahí, impávidas. Imponentes pincelan desde lejos el perfil ondulante de las
cumbres andinas. Presentes en cada despuntar titilante de Sirio y Aldebarán por
el borde de la sierra, en cada reflejo de luna, en cada orto del Sol. Cuentan
los paisanos que sus largas cabelleras tendidas y ensortijadas se sumergían en
las noches estrelladas de la Vía Láctea. Sus hebras las heredaron el Halley, el
Encke y el Kohoutek en cada paso de perihelio; y C/2022 E3 sustrajo los últimos
hilos verdes que hoy lo engalanan. La geometría les dio forma de cabezas
rapadas. Los destellos de Zuhé las visten de blanco ostra y los fulgores de
Chía de blanco marfil. Cuenta también un famoso astrónomo que poseen ojo de
cíclope 20/20 para adentrarse en las profundidades del inmensurable Universo; qué
así se asoman por los inicios de los tiempos y extraen sus recónditos secretos.
Las crónicas de la historia del mundo las recogen sus parpadeos trasnochados en
nítidos cielos de veranos. No duermen, vigilan, están atentas a las luces de la
noche. En cada albor del día despliegan sus parpados ajetreados y contabilizan
lo obtenido.
Son como momoyes tecnológicos vigilantes de las urbes
planetarias, estelares y galácticas. Nada del alto y profundo cielo les es
extraño, todo les interesa. Están atentas. De noche juegan con el frío cielo
estrellado mientras la densa niebla las invisibilizan en las penumbras; y entonan
agudas melodías intermitentes al compás de las ventiscas de las tinieblas. Al
amanecer, se entretienen con las largas sombras tendidas sobre el montículo que
las sustentan.
Es el cuarteto astronómico más grande del país, cada una con su
función específica. Todas escrudiñan en la rosa de los cuatro vientos
significados de lejanos eventos de la oscura cúpula. Extraen de cada cuerpo
parpadeante, de cada objeto errante, de los fugaces igualmente, de los
redondeles fulgurantes, de los prístinos viajeros de largas colas ionizadas y
polvorientas, de los difusos blanquecinos, los códigos escondidos en sus
señales primigenias. Y plasman en coloridas imágenes sus cualidades y
estructuras. De esta manera nos entregan los grandes secretos del Cosmos.
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