domingo, 26 de marzo de 2023

Momoyes de Llano del Hato


Los Momoyes de Llano del Hato



Vista lejana del Observatorio Astronómico Nacional 
de la República Bolivariana de Venezuela
Créditos: https://www.andes.net/observ/index.html

Casi siempre han estado ahí, impávidas. Imponentes pincelan desde lejos el perfil ondulante de las cumbres andinas. Presentes en cada despuntar titilante de Sirio y Aldebarán por el borde de la sierra, en cada reflejo de luna, en cada orto del Sol. Cuentan los paisanos que sus largas cabelleras tendidas y ensortijadas se sumergían en las noches estrelladas de la Vía Láctea. Sus hebras las heredaron el Halley, el Encke y el Kohoutek en cada paso de perihelio; y C/2022 E3 sustrajo los últimos hilos verdes que hoy lo engalanan. La geometría les dio forma de cabezas rapadas. Los destellos de Zuhé las visten de blanco ostra y los fulgores de Chía de blanco marfil. Cuenta también un famoso astrónomo que poseen ojo de cíclope 20/20 para adentrarse en las profundidades del inmensurable Universo; qué así se asoman por los inicios de los tiempos y extraen sus recónditos secretos. Las crónicas de la historia del mundo las recogen sus parpadeos trasnochados en nítidos cielos de veranos. No duermen, vigilan, están atentas a las luces de la noche. En cada albor del día despliegan sus parpados ajetreados y contabilizan lo obtenido.

    Son como momoyes tecnológicos vigilantes de las urbes planetarias, estelares y galácticas. Nada del alto y profundo cielo les es extraño, todo les interesa. Están atentas. De noche juegan con el frío cielo estrellado mientras la densa niebla las invisibilizan en las penumbras; y entonan agudas melodías intermitentes al compás de las ventiscas de las tinieblas. Al amanecer, se entretienen con las largas sombras tendidas sobre el montículo que las sustentan.

Es el cuarteto astronómico más grande del país, cada una con su función específica. Todas escrudiñan en la rosa de los cuatro vientos significados de lejanos eventos de la oscura cúpula. Extraen de cada cuerpo parpadeante, de cada objeto errante, de los fugaces igualmente, de los redondeles fulgurantes, de los prístinos viajeros de largas colas ionizadas y polvorientas, de los difusos blanquecinos, los códigos escondidos en sus señales primigenias. Y plasman en coloridas imágenes sus cualidades y estructuras. De esta manera nos entregan los grandes secretos del Cosmos.

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